Teatro Argentino: con música el reclamo se hace más fuerte

El miércoles 30 de agosto, los trabajadores del primer coliseo bonaerense llevaron sus instrumentos, sus voces y sus protestas a la calle, para visibilizar un problema que los afecta hace mucho tiempo: la precarización laboral. 

 

Por Bárbara Dibene

Fotos: Álvaro Vildoza

A las 14, en punto como en todo concierto, la orquesta y el coro del Teatro Argentino de La Plata comienzan su actuación. Frente a alrededor de cien personas, y detrás de una imponente instalación que busca representar una obra en construcción, interpretan el himno nacional. La gente aplaude, canta de pie, y graba el imperdible momento con sus celulares y cámaras.

La escena es parte de la protesta de los trabajadores, que ya lleva toda una década y se ha profundizado en el último tiempo. Las exigencias son el pase a planta permanente, las designaciones de quienes han concursado hace ya dos y tres años, y eventualmente la apertura de nuevos concursos.

Luis Manuel Mendiburu Elicabe es parte del taller de escenografía y detalla que el último pase a planta permanente fue en 2010. Ahora, él y sus compañeros quieren respuestas sobre un nuevo movimiento que habría prometido el gobierno para septiembre, tras cumplirse el plazo del decreto 618 promulgado en mayo de 2016 por la provincia de Buenos Aires. La medida establecía que por la situación de las finanzas públicas, se decidía “suspender por el plazo de un año a partir de la fecha de la publicación del presente, las designaciones de personal de planta permanente y de la planta transitoria” en los organismos de estado.

“Acá hay mucho amor, no lo dudes”, dice Luis mientras indica que prestemos atención a la exposición de las secciones de peluquería y vestuario. “Eso tiene bordadas las lentejuelas una por una, todo a mano”, se enorgullece. Entre mates y acompañamiento, la música sigue y se suman más espectadores.

Entre el público, algunos nenes pasean con máscaras blancas que dicen “Pase a planta”. Afuera, en la vereda, tras las recientes rejas, adultos trabajadores de la institución reparten panfletos con el número de expediente que debería activarse para mejorar la situación, el 210605904 y explican a quienes pasan y prestan atención cuáles son sus necesidades, que en principio es básicamente que los escuchen y les respondan.

Tras la interpretación de tres obras, se lee un comunicado en el que el plantel del Teatro asegura que se suspendieron actividades y que no se ha explicitado un proyecto para el año próximo, cuando el imponente edificio estará cerrado mientras se realizan más obras de mejoras en el exterior e interior; este año, se limpiaron las paredes externas, se cambiaron las baldosas rotas tras impermeabilizar el piso, y se colocó nueva luminaria, entre otras cosas. “Queremos visibilizar la situación”, concluye el mensaje.

La situación es tan inmensa y diversa como el propio Teatro.

Pablo Rubino, violinista y parte de la orquesta, cuenta que el problema del área es que hubo un concurso abierto en 2014 y 2015 que luego no se trasladó a designaciones concretas. “Es un trámite que en el Colón dura dos meses y acá no se hizo todavía”, ejemplifica y explica que la designación asegura mayor estabilidad y reconocimientos de antigüedad que generan un incremento en el sueldo.

En el caso de otro espacio como auxiliares artísticos, María Fernández explica que sólo ella y otros compañeros están en situación de mensualizados, es decir, en planta transitoria. En esta modalidad los trabajadores gozan de vacaciones, paritarias, aportes y obra social, pero no se suma la antigüedad previa -algunos fueron contratados durante años antes de pasar a planta transitoria- ni se tiene mayor estabilidad; está previsto para proyectos más concretos y de tiempo limitado, pero en la práctica se hace permanente. María lleva ya tres años así, y cuatro previos bajo la figura de Sala y Escenario, una categoría que surge por decreto en 1999 y en la que se cobra por jornada, ensayo o función trabajado. Aquí debemos hacer un paréntesis para decir que en términos laborales existen además los trabajadores estables, con pleno reconocimiento de sus derechos; y los contratados, por obra o año de servicio, cuyo carácter anual y se paga en doce cuotas mensuales.

Esta no es la primera ni será la última medida de fuerza de los trabajadores. Esperan otros miércoles poder llevar a la calle el trabajo de los talleres de herrería, carpintería, escenografía, vestuario, peluquería, sombrerería, entre otros, para que la gente conozca y valore su inmenso labor y cariño. “Hacemos lo que amamos”, coinciden todos.

Un aplauso final cierra la jornada. Los músicos guardan sus instrumentos esperando el próximo ensayo sin saber cuándo será -desde la Dirección del Teatro suspendieron la actividad de la orquesta-, el coro las partituras, y los trabajadores ayudan a “levantar” la instalación, baldosas hechas en telgopor, que parecían pesadas y se apilan y se guardan, como los problemas, hasta la próxima función.

Pasaron por aquí y dejaron su firma...

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