“Elijo Crecer”: una jornada de encuentro, ciencia y alegría en La Plata (y en todo el país)

Este sábado 6 de abril por la tarde, Plaza Malvinas fue el lugar elegido en la región para el desarrollo del festival federal en defensa de la ciencia y la tecnología que tuvo su réplica en más de 60 “nodos” en todo el país. 

Por Bárbara Dibene

Fotos y Video: Álvaro Vildoza y Bárbara Dibene

Tras los despidos en el Centro Cultural de la Ciencia en enero, Valeria Edelsztein, Claudio Cormick, Nadia Chiaramoni, Julieta Elffman y Pablo Ramos Méndez tiraron “la primera piedra” en redes sociales, como dicen, para lo que se convertiría en el festival “Elijo Crecer- Ciencia x Argentina”, que tuvo una enorme convocatoria en todo el país. Desde entonces, cientos de personas se anotaron para participar y organizar su réplica en distintos puntos de la Argentina. El objetivo era claro, ante la pérdida de puestos laborales y el desfinanciamiento de los institutos de investigación, además de la campaña de desprestigio motorizada desde el Gobierno nacional, la respuesta es salir a la calle a defender la ciencia y la tecnología, y también celebrar sus logros.

En diálogo con Transeúntes, desde la organización del festival fueron contundentes: “El recorte presupuestario significó la interrupción de un proyecto de ultravanguardia a nivel mundial como lo es la construcción del reactor CAREM, y -como ya denunció Raquel Chan, líder del equipo que desarrolló el trigo resistente a la sequía-, está paralizando investigaciones de aplicación inmediata en áreas como, justamente, la biotecnología. La metáfora de la ‘motosierra’ es muy aplicable: una motosierra no es un escalpelo, no es un instrumento de precisión; una motosierra arrasa con todo. Eso es lo que está haciendo el gobierno con la ciencia argentina”.

Con el espíritu de mostrar la situación, salir del laboratorio y dar a conocer su labor diaria, más de cien equipos de investigación, extensión, docencia, arte y cultura, dijeron presente, en el caso del nodo La Plata-Berisso-Ensenada, en Plaza Malvinas. Asimismo, hubo propuestas de talleres, con temáticas que fueron desde la comunicación, la escritura y hasta la práctica de la arqueología, e intervenciones artísticas durante toda la tarde.

Una jornada llena de alegría y curiosidad

Desde las dos hasta la tarde, la plaza se llenó de vida. Los equipos se acomodaban en sus mesas, sacaban material, colgaban carteles y empezaban a recibir a los primeros visitantes. De un lado y del otro del espacio central, las personas podían encontrar los stands participativos de institutos como el CEPAVE, el ILPLA, el IFLYSIB y el INIFTA. También, de proyectos de extensión como “¿De qué hablamos cuando hablamos de Chagas?”, “Expoloracuáticos” y “Caminando sobre Gliptodontes y tigres dientes de sable”, entre muchísimos otros.

Hacia las tres, luego de las palabras de apertura, ya se sentía el ritmo del festival a pleno. Muchas familias se acercaban y los niños y niñas tomaban la posta. Con curiosidad hacían preguntas a los y las científicas, veían por las lupas y se animaban a tocar y observar de cerca insectos como las vinchucas y mosquitos, y en peceras caracoles y camarones, sapos y escuerzos, y plantas. Metían las manos en la tierra y en la arena, dejaban sus huellas en el sector de antropología, dibujaban, y sobre todo, no dejaban de hacer preguntas, con el espíritu de Mafalda a pleno.

Mauricio Bigurrarena, paleontólogo y parte de la División de Paleontología de Vertebrados, se llevó gran atención durante la tarde. En medio de la plaza mostraba cómo “limpiaba” una roca para descubrir una pieza fósil. Lo hacía con una herramienta muy especial, el “PaleoBox”, un desarrollo reciente y local que ayuda en el trabajo. El técnico explicó que el trabajo de “preparación” es muy minucioso y que cada fósil es un desafío. Gregorio, el hijo de Catalina Bruzzone, una de las cientos de visitantes, estaba fascinado y su madre contó que desde muy pequeño sueña con ser paleontólogo y que le gusta mucho aprender. Mauricio, entusiasmado, le muestra una garra de un perezoso de miles de años, y dice que lo esperan pronto en el Museo.

Para Eugenia Scardamaglia también fue una tarde atareada. La bióloga doctoranda del IPLA, cuyo objetivo es el estudio ecológico de las aguas continentales de la Argentina, contó: “Trajimos varias peceras con animalitos invertebrados que viven en arroyos de por acá; larvas de mosquito, caracoles, peces chinche de agua, camarones distintos, macro invertebrados y también plantas. Y estuvimos conversando un poco con la gente sobre todos estos organismos que habitan en los arroyos de la zona”. 

Consultada por la respuesta que vio en la gente, respondió: “Yo estoy fascinada con que se acercaron un montón de personas súper interesadas en lo que hacemos. Y agregó: “Los nenes particularmente hacían fila para ver lo que había en las peceras, se interesaron mucho. Este diálogo implicó también un desafío para todos, porque uno a veces está acostumbrado a manejar un vocabulario académico, científico. También quisimos revalorizar todo lo que la gente sabe, cómo los niños, que saben un montón. Había gente que capaz vive cerca del arroyo y el pescado y me cuentan porque salen a pescar y conocen ese ambiente”.

Entre los stands la sorpresa fue similar, la gran curiosidad, las preguntas y el apoyo. También, la sensación de que es necesario repetir estas acciones y no “dormirse en los laureles”, salir a mostrar lo que hacen y cómo cada una de las investigaciones busca mejorar, en distintos aspectos y niveles, la vida de todas y todos. 

En ese sentido, Eugenia hace una interesante reflexión: “En definitiva somos trabajadores del Estado. Tenemos un sueldo para estudiar y me parece que quizás es un poco mezquino quedarnos con ese conocimiento. Hay que salir a la calle y compartirlo”.

Pasaron por aquí y dejaron su firma...

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