Conseguir una “elevada dosis de creatividad” fue el objetivo del encuentro Jukebox, organizado por una materia de primer año de Diseño Multimedial de la Facultad de Bellas Artes, que expuso 12 juegos desarrollados íntegramente por sus estudiantes.
Por Bárbara Dibene
Imágenes y video: Walter Santisteban
Desde muy temprano por la tarde, el Planetario de la ciudad de La Plata fue la sede de un evento que sorprendió a sus visitantes por la música, colores y diversidad en la propuesta de los 12 juegos multimediales que, dispersos en el hall y la terraza, esperaban para ser disfrutados. Sus creadores fueron alumnos del taller de Diseño Multimedial, que en su primer año en la carrera tuvieron un gran desafío creativo y artesanal.
Durante la cursada, los equipos de trabajo se dedicaron al diseño, el arte, la programación y la arquigrafía (integración de elementos de comunicación visual con arquitectura) de sus respectivos juegos. Cada uno surgió a partir de canciones asignadas a los estudiantes, que las tomaron para desarrollar las historias de cada personaje y nivel.
En el hall se expuso Zigg, inspirado en “Space Oddity” de David Bowie, donde el jugador se convierte en un astronauta que después de visitar un planeta extraño vuelve a la Tierra para defenderla del ataque de enemigos cyborgs. “Fueron tres meses de mucho trabajo. En programación se trabajó con Unity (software de desarrollo de juegos), se utilizaron sensores de presión y hubo mucha dedicación a la interfaz gráfica” contó Martín Almada, parte del equipo en el área de arquigrafía. Su compañero, Tati Fernández, añadió: “Ahora tenemos la alegría inmensa de que funcione”.
A pocos pasos de Zigg, basado en una de las canciones de Metallica, Parasomnia planteó tres niveles en donde el protagonista, un nene llamado Lucas, tiene que encontrar su almohada para salir de un sueño profundo y aterrador; e inspirado en Nirvana, Spektra es un colegio abandonado del que tenés que escapar antes de convertirte en fantasma. Simón Loyber, encargado de la arquigrafía de Spektra, comentó que los profesores dieron muchas pautas para guiarlos, como el perímetro de las instalaciones y el tamaño de las pantallas, y se mostró sorprendido por la cantidad de gente participando: “Muchos se quedan mirando, quieren jugar, dicen que está muy bueno, eso es genial”.
Subiendo las escaleras y con la noche comenzando, en la terraza del Planetario brillaron las luces de los juegos haciendo que todo pareciera una kermesse. Con la caracterización de un puesto de panchos, y basados en el popular tema “Cachete, pechito y ombligo” surgió Tremendo. Su encargado de arte, Nicolas Tagliavini aseguró que el proceso fue largo y hubieron muchos cambios en la historia hasta quedar conformes: “Lo mejor es que todo surgió de nosotros mismos, es propio, con nuestro esfuerzo”.
El esfuerzo es lo más notable de este centenar de jóvenes que demostraron gran talento y dedicación a un proyecto que traspasó la facultad y se abrió a toda la comunidad. Como “chicos orquesta” trabajaron en conjunto desarrollando ideas innovadoras, fueron programadores, diseñadores y artistas, y todo lo comunicaron a través de campañas por redes sociales. Hay una nueva forma de pensar la educación universitaria y una demostración de que las ganas están, sólo hay que proponer y acompañar.